que aprieta la mía.
Inmune a tu amor desesperado,
a tu carisea olvidada.
En el suspiro incoherente,
de trensas al sol.
A esa mano,
donde no corresponde.
Te invito,
a perderte.
Pero te recuerdo,
que soy inmune a los caprichos de este teclado.
Versos Miguelescos.
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