jueves, 28 de abril de 2011

Mientras se ponia la faja

Como decia el abuelo Francisco:

-Si te cagas los riñes, te cagas la vida.- mientras se ponia la faja.

Creo que algo sabra, ya que decia que los nortamericanos no fueron a la luna. Su sospechas estaban infundadas por el calculo a ojo sobre la distancia entre la Tierra y este cuerpo celestes.

-¡No vez lo lejos que esta!-, decia, mientras te daba un codaso.





Con el movil en mano

Creo que me sorprendió la lluvia de esta tarde. No lo esperaba. Salí del gimnasio y no me había dado cuenta de que otra vez me había olvidado algo. No es la primera vez que me pasa. El sombrero, la toalla, el mp3 y muchas cosas más. Que me voy desarmando de apoco, ya me deben conocer en este lugar los empleados por no perderla cabeza, todabia. Pero esta vez me olvide las infucines para el hígado, un te amargo por cierto. Y eso que reviso antes de salir por si me dejo algo, pero como estaba charlando con un compañero no me di cuenta hasta que llegue al metro, basando me en la experiencia de perdidas seguidas por despiste disidí revisar el bolso por si las moscas, ante de marca el tique, un punto sin retorno (como el titulo de una canción del grupo de rock progresivo Kansas "point of no retun"). Ya saben, último viaje de la T10, se ¿imaginan no?, hay que chequear un que sea la menor duda. Pues bien, así lo hice, confirmando mis sospechas de que me he olvidado, otra vez algo.
Antaño solía dejarlo, por diversas causa, timidez, dejadez,..¿por que? por algo será...ó...esto a mi no me afecta, que se yo, por diversos "peros..." Sin embargo esta vez no, aunque me cueste pasar vergüenza ante la señora de la taquilla, que siempre me mira de reojo cuando le hago reclamo de a verme extraviado algo.
Entonces subí la escalera del metro en dirección a la calle, escalera que hacia un instante había bajo. Y de nuevo estaba en la esquina, bajo la metralla de la lluvia rodeado por turistas, emprendiendo los quinientos metros de retorno, que hacía ya unos minutos había recorrido.
Y fue ahí cuando me cruce con tigo (lo esperaba por cierto, para que mentirte). En medio de la noche por la rambla, cruzaste por mi lado y esquivaste mi mejor saludo de frente, con móvil en mano, dejando me boquiabierto. Sé que no me vio, ya que tenia preocupación en el rostro y no me enfade por que la conozco, se que tiene asuntos que atender, pero me sorteo como quien entra por una puerta por su casa, sin reparo alguno.
En la vida hay cosas que no se pueden y una de estas es "ella". Si, mis lectores, hay cosas en la vida que se pueden hacer, se deben dejar ir, y no hay consuelo.
Pero algo me sujeta, una necesidad, un enraizamiento, algo parecido a protegerla y acompañarla, aunque sea de noche y bajo la lluvia. Ni cuenta se había dado de mi presencia y cercanía.
Aun que me daba pudor seguirla, no me gusta ser obsesivo, prefería volver a buscar el té que me había olvidado, a seguirla como un lobuno. ¿Tan bajo he caído, que paresco un obseso salido de alguna pelicula de Alfred Hickok? ¿Tan locuno estoy? ¿Hay tantas jovencitas jamelgas que viene a revolear la sandalia, y tú insistes en ella? -Si no te vio, sigue tu camino.-me decía. Pero no, una necesidad lobuna (disculpen que repita esta palabra, es que me gusta esta palabra, LOBUUUUUUUUUNAAA), me lo impedía.
Esa era la situacion, persiguendola a ver que hacia, por curiosidad y nesecidad para ser sinsero. Pero si acababa de verla hace un rato. No me sentia mal por su indiferencia, pero era mas bien una nesecidad valga la redundancia.
Entonces fue ahí cuando se oyó un !!CRACK¡¡ en la calle, alguien había tenido un accidente de tránsito, que fue lo que pensé y lo que ella pensó, ya que levanto el cuello, despojándose el móvil ligeramente de la oreja, que hasta ese momento le tenía absorta toda su atención, aun mas que la lluvia con olor a primavera.
Con un movimiento rápido y a trote le liebre se lanzó hacia la calle, sin aparente menor duda y decisión. Me dejo boquiabierto (de nuevo) su valentía e arrojo, lo que la convirtió e mi heroína. General mente en estas situaciones de accidente, por mi parte me acerco lentamente, observando el entorno, viendo los posibles agravantes, (que los hay) para no generar otro accidente, y prestar ayuda de la forma más efecutiva.
Pero como vi que se abalanzo con paso ligero y decidido, estando tan englobada en sus asuntos, desidi cubrirle las espaldas a ella primero (por eso digo de heroína, ya que deje al accidentado en segundo plano, pero ella no, y eso es importante, despista, pero importante).
Así fue, me tenia al lado y no me veía, muriéndome de ganas de decirle aquí estoy, pero tan absorta en sus cosas, que no me atrevia en esta situcion tan amena. Eso sí, apenas llego a la accidenta, una chica que solo resbalo de la moto por lo mojado del pavimento, la escaneo deprisa y sin desprender el móvil plano y gris de su oreja, toda una profecional. Yo a un lado, como mero observador del National Geografic, también escudriñe la escena sir perderla ve vista. Mirar pero no interceder, como un antropologo, ser obejetivo, estar de apoyo si pasar algo fuera de lo normal. En menos de un minuto, llego a la conjetura de que fue solo un resbalón y de otro decidido salto se marcho de la escena, cruzando el semáforo verde perdiéndose en la multitud de la esquina, con móvil al oído (cosa me que sorprendía aun mas), mientras su espalda, su coleta espira lada, se perdían en la oscuridad, quien sabe dónde.
Quería seguirla. Mi corazón, mi egoísta alma querían seguirla, dolidos, querían seguirla. Fue cuando pensé en ella, que hubiese querido, y me dije basta, ya basta. Me voltie, ofrecí ayuda a la accidenta en moverle la moto, pero se negó. Solo quería saber si la moto estaba funcionando, le dije que sí.
Cuando retome mi camino, desidia buscarla pero ya no estaba, me dije de nuevo, -ya basta.-,  retorne a buscar el té que mi había olvidado, un te amargo por cierto.
Asi son las cosas, algunas de las cosas, que quede tan asombrado que desidi escrivirlo.

Escribo esto para no olvidarme.





lunes, 25 de abril de 2011

El Atemi de las Cebras

Cuando las mandas de cebras deben atravezar los caudaloso y furiosos ríos de la sabana Africana se encuentran con un poderoso, acorazado y paciente depredador. El Cocodrilo.
Una bestia superviviente de eras pasadas,  eras donde los mamífero todavía vivían como pequeños roedores de habitad nocturna. Gran dragón de aguas turbias, capas de aferrarse a presas mas grandes y pesadas, como el Bisonte, y arrastrándolas hasta las profundidades, girando y girando en su mismo vientre destrozando en un torbellino espiralado, el cuerpo de su víctima.
Este es el peligro que encarna en cruce del río por partes de las cebras.
Si ante el explosivo ataque de este reptil, que siempre en primer lugar va dirigido al cuello, específicamente a la garganta, no es posible y solo se apodera de las ancas traseras del equino de hipnótico diseño, deja a este una insólita defensa.
En un ataque desesperado de supervivencia, la cebra realiza una mordedura en el ojo del anfibio y esta es la única manera que el animal habré su fauces. Dándole la posivilidad de escape.
Este golpe-mordedura es conocido por ellas y es única forma de librarse del mortífero agarre.

Yo me pregunto...¿no sera este "El Atemi de las Cebras"?





viernes, 8 de abril de 2011

Incauto lector

De quien serán estos enigmas,
estas imajenes fragmentadas,
estos suspiros a plazos,
bajo tu inquietante mirada.

¿Sobre quien o que me inspiro?
¿Que ausencia me tortura, por las mañanas?
¿Que reclama mi alma, por las noches?

Lee atento lo que escribo,
incauto lector,
porque no es de mi menester ser poeta,
sino divertir a este impaciente corazón.

Su figura, encierra presencia,
su paciente andar, corta el silencio que la rodea,
su negra melena, se ha erredado en mi destino, 
su risa y sonrriza, son mi recompenza.

Incauto lector.
¡Por Dios te digo!,
que no es mi intención,
el ser ¡pueta!


Another versos Miguelianos.